domingo, 24 de enero de 2016

DECÁLOGO PARA UNA HERMANDAD EN EL AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA

DECÁLOGO PARA UNA HERMANDAD
AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA

1) A través de la belleza artística que una Hermandad promueve, venera, ensalza, cuida y expresa interna y externamente, se manifiesta la grandeza de Dios.

2) En el esfuerzo físico se traduce, además, nuestra aportación personal a lo que falta a la Pasión de Cristo. 

3) En la formación personal y colectiva de la Hermandad, desde un plano de fe y teológico, se compagina la devoción con la formación. 

4) En la limosna o cuota para el sostenimiento de las diversas necesidades, siempre, ha de estar presente un pensamiento: la caridad con el pobre. 

5) La Hermandad, en la medida de sus posibilidades, habrá de hacer una pequeña estación frente a un hospital, un enfermo  o comunidad religiosa entregada a los más desfavorecidos. 

6) Una Hermandad, en el Año de la Misericordia, tendrá que acercarse al Sacramento de la Penitencia. En él, siempre, se encuentra el complemento para ser mejores porteadores y mejores testigos del amor de Dios. 

7) La común unión, entre los cofrades y también con los sacerdotes y el propio obispo, será una forma determinante para saber si -en verdad- estamos en comunión con Dios. La Eucaristía y la Adoración Eucarística han de ser también las vigas que sostengan el alma y la vida espiritual de toda Hermandad.

8) Escuchar a los hermanos que tienen dificultades, atenderles, ayudarles y dedicarles tiempo será también un buen síntoma de una Hermandad con salud espiritual y no indiferente al sufrimiento de los demás.

9) El culto a los difuntos, especialmente a los que nos han precedido en la Hermandad, será una obra de misericordia. Cuántos mueren sin familia pero, siempre, con una Iglesia o Hermandad que rezan por ellos.

10) Una Hermandad, en el Año de la Misericordia, será siempre una mano tendida para sostener a María sobre los hombros, al Nazareno y a todas y cada una de las imágenes que representan el amor de Dios que se hace pasión, entrega, generosidad, delirio e identidad en medio de nuestro pueblo. 

(Remitido por el Rvdo.P. Ramón Estíbaliz Fernández de Aránguiz, (OFM), Rector de San Francisco el Grande, Madrid)




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