viernes, 5 de abril de 2019

CARTEL DE NUESTRO PADRE JESÚS CAÍDO


El tercer día del Triduo a Nuestro Padre Jesús Caído, se presentó este gran cartel, obra de Manuel de los Ríos Pecino.

En su presentación, Francisco Carrillo de Albornoz Soto, pronunció estas bellísimas palabras:


Caído.
Tres veces tuviste que caerte,
para no caer en el olvido.
Para buscarte y no perderte,
para no pasar desapercibido.

Tres cruces avanzan con paso decadente,
para seguir abriendo tu camino
y guiar a una penitencia
que con sus cirios encendidos
anhelan ser tu Cirineo, por los siglos de los siglos.

Señor de los universitarios,
de los marianistas y de los desamparados
de nostalgia de una noche estrellada entre jardines y albero salado
en un parque de aires con acentos italianos
que quiso el destino cambiarlo
de la brisa marinera de la Alameda
a los rezos de un convento franciscano.
¿se puede ser aún más gaditano?

Y para que el marco de la perfección contigo fuera creado
con una viga de la lglesia del Carmen
Dios lo transformó y te hizo más humano,
apoyando tu mano en una roca
y con la otra abrazando la cruz de nuestros fallos.

Dime, hermano del Caído, ¿cómo Él te ha cautivado?
¿qué se siente, cuando cada tarde del Martes Santo
te pones el hábito negro y blanco
y con tu andar le muestras el camino
a un Dios con los pies ensangrentados,
exhausto por el peso de un madero,
cargado por los kilos de nuestros pecados,
avanzando por cada paso más y más fatigado
hasta abandonarle las fuerzas y arrodillarse agotado?

Dime cómo puedo ayudarlo,
dime por dónde tiro,
dime cómo se puede llegar a ver su Rostro Divino.
Dímelo, hermano, que tengo mi alma desamparada
y quiero quedarme tranquilo.

Enséñame a rezarle como tú le rezas,
y que de esa oración nazca una saeta
que mis labios conviertan en "quejío"
para proclamar que mi Dios, aunque se caiga
siempre sigue su camino
por un parque, por una Alameda, por una Catedral
o aquí por San Francisco.

Pasando por calles, por plazas,
para decirnos que sigue estando vivo,
que nunca perdamos en Él la esperanza
que no hay nada perdido,
que tomemos la Cruz de nuestras culpas
y nos dé salud para año tras año no abandonarlo en su recorrido
y acompañarlo en su caminar hacia su amargo destino.

Avanza  en nuestras vidas,
en nuestras almas y en nuestros corazones de niños
que, aunque por nuestras culpas se sienta herido,
aunque por nuestros actos tres veces caiga abatido,
avanza, siempre avanza El Caído.

(…)

Y gracias a la Hermandad por esta acogida por la que no sé cómo devolver
la experiencia de lo vivido.

Porque si me centro en el Martes Santo como día,
con su noche llena de estrellas por arriba,
le rocío de penitencia,
de esfuerzo de tus universitarios eternos que te tienen por guía.
Le pongo un mar a sus pies
e inundo de versos sus orillas.

Lo ilumino con cuatro faroles de luz,
y hasta la luz siente envidia.
 Y sale a la calle por un barrio
que contagia por su alegría.

Esta Hermandad se convierte
en pasión que te envuelve y te rodea.
Y por más que se empeñen en despreciar
lo que para nosotros es divino,
esta ciudad,
esta Hermandad que surca los mares de mi existencia,
solamente tiene un nombre con cinco letras CAÍDO.

Y desde ese eterno balcón de los cielos
asomado a tu Alameda desde aquí por san Francisco,
con trozos de recuerdos de tu barrio del Mentidero,
los cosió Dios con hilo de oro fino,
para llamar a su Madre Desamparados
y a su hijo Jesús Caído.



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