martes, 5 de mayo de 2015

TESTIMONIO

"¡Qué locura!" "¿Dónde van esta gente?" "¿No era un traslado?"

Podría sonar a lo mismo, a lo que se nos puede criticar a los cofrades o comúnmente sobrenombrados 'capillitas'. Una excusa para vestir a la imagen, para sacarla con cualquier motivo vago e inconsistente o para 'jugar a los pasitos'. Seguramente hay muchas ocasiones en que se les podría dar incluso la razón a esas malas lenguas, pero esta vez se equivocaban de todas todas y solo un indocumentado o una mente obtusa puede censurar lo que los hermanos del Caído hicieron el pasado Domingo, Día de la Madre.

 
Este maravilloso Domingo para el recuerdo, los del Caído cumplieron un bonito sueño de unos cuantos hermanos. Llevaron a Su Madre del Cielo, la de los Desamparados, a muchas de esas personas de la ciudad que necesitan una esperanza, una señal, una mirada de amor, algo a lo que asirse en sus vidas. Pues bien, el objetivo se cumplió, a mi juicio, con creces.
Hubo lágrimas de emoción, lloros contenidos, decenas de diálogos íntimos, rezos, cantos, aplausos, recuerdos y bellas estampas que disfrutaron los que más la sentimos y a los que más hacía falta, aún sin conocerla.


Y, sobre todo, hubo testimonio de fe y de ser cristiano.



Como hermano del Caido, me puedo sentir orgulloso de formar parte de un grupo de hermanos que no son unos simples 'sacapasos' ni unos 'vistesantos', sino que son mucho más, que dejan atrás los fallos, los nervios y las improvisaciones para llevar a la Virgen lo más cerca posible a los que la necesitan, que dejan que salga su corazón fuera y no les importa dejar un palo a un lado para empujar una sillita, los que se dejan la espalda agachándose hasta arrastrarse por intentarlo todo.

 

 








Gracias a todos por ese Domingo histórico, a los que lo pensaron, a los que la acompañaron, a los que abrieron su casa, a los que la vistieron, a los que la portaron, a los que le rezaron, a los que nos bendijeron y nos guiaron, ...


 
 
El sábado, será otra cosa. A algunos les gustará más, o otros menos, la ciudad estará pendiente de nosotros y de Ella y, por supuesto hablarán, mal y bien. Pero a nosotros poco nos debe importar ya, si lo que hacemos sale del corazón y del amor por la Virgen... allá ellos.
 
Disfrutemos.
 




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